domingo, 1 de enero de 2017

¿Qué es un millenial?

Debo confesar que hace muy poco que conozco esta palabra, pero también debo confesar que desde que conozco lo que se encierra detrás de ella me chifla el término y, para que negarlo, encontrar una palabra que engloba toda una visión y una manera de entender la vida y el trabajo es uno de los motivos que me dieron el empujoncito para escribir este blog. También debo confesar (muchas confesiones estoy haciendo ya…) que la primera vez que leí los rasgos de esta generación noté como un escalofrío me recorría el espinazo y me salió del alma: ¡¡¡Jo-----der (así, como lo leéis, con una dramática pausa de unos dos segundos entre el jo y el der)… pero si ME HAN CLAVADO!!!!

Bien, empecemos por el principio. Por lo visto esta palabra se utilizó por primera vez alrededor del año 1993 por unos señores a los que les encanta poner nombres raros a las cosas. A estos señores ideadores de nombres raros un buen día les dio por estudiar las tendencias de las generaciones que nacieron, más o menos, entre el año 1980 y el 2000. Digo más o menos porque este dato puede variar según la nacionalidad de la persona que escriba, ya que el impacto tecnológico (fundamental en la definición de millenial) no fue el mismo en todos los países. Los que se inventaron el nombre hicieron un montón de estudios y estadísticas (supongo que bastante aburridas) sobre el estilo de vida de esta generación, aunque yo solo me voy a dedicar a lo que esperan y quieren del trabajo.

Dicho esto voy a intentar contaros los rasgos más identificativos a ver si sentís ese escalofrío en el espinazo (o aunque sea unas leves cosquillitas) como sentí yo:

-Nativos (y enganchados) digitales: yo no sé vosotros, pero igual que pasa con los Simpson, que hay un capítulo para todo lo que nos pasa en la vida, yo tengo una aplicación para cada cosa y me encanta usarlas para trabajar. También me encantan los accesorios tecnológicos y los “cachibaches” más inhóspitos.

 -No toleramos el “vivir para trabajar”: eso de pasarse el día en el trabajo y tener un horario que no nos deja tiempo ni para echar unas birras con los amigos nos quema por dentro. Yo no tengo hijos, pero a mis amigos que si los tienen ni se les pasa por la cabeza eso de que sea su mujer la que reduzca su jornada y se dediqué “a la casa”, por no hablar de llegar a casa para darles un beso y a dormir. Es más, creo que ya va siendo hora de que a algunos les entre en la cabeza que la mujer tiene las mismas ganas que el hombre de prosperar en el trabajo.

 -Los valores y principios sí que importan: también quema por dentro saber que no compartimos o no se adapta a nosotros el ADN de la empresa.

 -El sueldo no lo es todo: el equilibrio entre la vida personal y la laboral es VITAL. Va a ser difícil retener a un millenial a golpe de talonario. Si, esto puede durar un tiempo, pero un millenial siempre necesitará tener tiempo para hacer sus cosas (y no me refiero solamente a los fines de semana). Muchos preferiríamos ganar menos (esto no quiere decir que no nos guste tener una nómina de 5 cifras) a cambio de un interesante proyecto y un horario equilibrado.

 -Nos encanta nuestro trabajo (y para eso hemos estudiado lo que hemos estudiado): poca gente conozco ya que se haya decidido por una determinada carrera porque “tiene salida”. Nos encanta lo que hacemos y queremos hacerlo bien, por eso nos encanta aprovechar los “momentos de inspiración” que aparecen en cualquier momento. Ese es el motivo por el que nuestra forma ideal es la dirección por objetivos y no nos sentimos a gusto calentando la silla y que se nos mire mal si nos vamos antes que el jefe.

-Se acabó el trabajo para toda la vida (lo siento papi, siempre escucho tus consejos, pero en esto no te voy a hacer caso). Como he dicho antes nos encanta lo que hacemos, por eso muy difícilmente nos vamos a sentir atraídos por un proyecto que no nos llene o haciendo cosas que no nos gusten. Además, estamos (y sabemos que lo estamos) preparadísimos, con lo que siempre habrá hueco para nosotros en alguna empresa, aunque si la empresa en la que estamos es capaz de seguir ilusionándonos como el primer día con sus proyectos no hay porque no “colgar la botas en ella”.

-No toleramos la desconfianza, el excesivo control, la falta de transparencia y que no se cumplan las promesas.
Pero…. si no te fías de mí ¿Por qué me has contratado?
Pero….. si lo que quieres es que haga esto ¿Por qué no te esperas a que lo acabe y no me interrumpes cada 5 minutos para preguntarme que estoy haciendo?
Pero….. si lo que quieres es que esto se acabe el día 5 ¿Por qué tengo que estar calentando la silla hasta las 19:30?.
Pero…… si quieres que venga tranquilo a trabajar ¿Por qué no me cuentas cómo va la empresa?
ero…… si me dijiste que al año me subirías el sueldo y ahora me sales con que “la cosa” no va bien ¿Por qué me lo prometiste? ¿Os suena? ¿Si? pues que mala suerte tenéis. Desafortunadamente la desconfianza en el trabajador es algo muy presente en la empresa y parece que la única manera de que los objetivos se cumplan es atarnos en una silla y controlarnos de las más variopintas maneras.

-No cambiamos el trabajo de nuestra vida para pasarnos el día barriendo (con todos mis respetos a ese trabajo) por 1.000 euros más al mes.

-De las cosas que más se valoran en un trabajo son las oportunidades de aprender, desarrollarnos, en definitiva, crecer, por eso mismo NOS ENCANTAN LOS CAMBIOS, y ante un cambio siempre vemos oportunidades de aprender cosas nuevas, conocer gente nueva o simplemente abrirnos la mente.

Por lo visto esta generación ya es el 30% de los trabajadores totales (y subiendo), así que: aviso para navegantes empresarios!!!!: si creéis que vosotros nunca vais a tener que adaptaros a estos tíos porque toda la vida se ha trabajado así creo que estáis cometiendo un craso ….. EEEEERROR. Cuando las aguas vuelvan a su cauce y esta maldita crisis termine ya veremos a ver como os lo montáis para que la rotación en vuestra empresa no se dispare…………

De un millenial al mundo, o como mínimo, a quien lo quiera leer.

Espero que disfrutéis.